Domingo, 23 de diciembre de 2007
(Relato cortes?a de su autor, J.E. Alamo. M?s info sobre ?l en este blog y cr?tica de su libro "El Enviado")


Vampiros


-Silencio, su o?do es fino como el de las ratas. Si nos sienten, ser? la muerte para todos.
-Padre, ?est? seguro??
Revuelo de negra t?nica y mirada enfebrecida. -?Acaso dudas de la voluntad del Se?or?- a pesar del siseo, las palabras chocan como losas contra el indeciso.
-No, Padre. Perd?n.
Le ignora y torna a avanzar hacia el viejo caser?n plantado como una muela careada en pleno campo de encinas. A su lado, puro temblores no sabe si hacia el sacerdote y su Santa Inquisici?n o hacia los par?sitos nocturnos que tantos estragos han provocado entre los habitantes del pueblo al que representa, camina el alcalde. Aprieta la estaca en una mano y la vasija con agua bendita en la otra.
-Mora en el s?tano, su l?pida reza Rodrigo Urquijo. A ?l atacaremos el primero.
El alcalde otea el horizonte, a punto est? de caer el sol. No osa repetir la advertencia que diera por la ma?ana al sacerdote.
?Vayamos al amanecer padre, entonces est?n indefensos-. El cura hab?a vociferado si ?l era qui?n para contradecir la voluntad de Dios. -Los caminos del Se?or son inescrutables- hab?a a?adido con trueno en la voz. ?Si el Se?or me ha pedido que acudamos en esta hora, en esta hora todos los varones del pueblo acudir?n. ?No es El acaso qui?n me ha hablado del cubil de los viles par?sitos?
No se atreve a repetir la advertencia, pero a punto est? de orinarse del p?nico que le recorre las entra?as.
Los hombres siguen al cura cuando este abre el port?n del viejo caser?n y con los ?ltimos rayos arrojando sombras nigromantes sobre la partida de exterminio, corren todos al s?tano en busca de la l?pida que les indicara el cura. El alcalde por aquello del miedo, avanza el primero dando tales alaridos que el mismo diablo envidiar?a. Se precipitan al s?tano y encuentran la l?pida que ya cae al suelo, despierto su morador a la nueva noche. Asalt?ndole, le vencen por n?mero y por la falta de fuerzas del par?sito que aun as? acaba destripando a buen n?mero de asaltantes con sus garras. Luego el cura les reclama afuera. Y lo hace en buena hora, los dem?s par?sitos despiertan y aunque confusos ante el ataque y la muerte de quien sin duda era notable entre ellos, se aprestan al ataque. El alcalde consigue dirigir a los hombres al exterior y luego arroja el agua bendita contra el port?n. Los par?sitos se echan hacia atr?s enfurecidos.
-No les detendr? largo rato. Id a la iglesia y cobijaos all?.
No se lo hacen repetir. Corren como pocas veces lo har?n en su vida. La vida les da alas para huir de la muerte. Mientras, el cura encara el port?n cruzado de brazos. Los par?sitos se acercan traspasando el umbral conforme el agua bendita pierde efecto. Gru?en y amenazan mostrando los afilados incisivos. El religioso permanece inalterable. Al fin un par?sito se une al resto, proviene del s?tano.
-Muerto, el gran Maestro ha muerto.
-?Venganza!- chillan todos.
El cura alza ambos brazos y demanda silencio. -S?- sisea. ?Y ahora, el poder me pertenece por ser el m?s antiguo de entre todos vosotros. El reba?o aguarda a quienes me sean leales. Su refugio hace tiempo que no es tal-. Luego calla. Tras instantes de indecisi?n, la sed clama y los par?sitos parten. El nuevo gran Maestro sonr?e mostrando los afilados colmillos.
Escrito por reginairae @ 20:09  | Literatura
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